Que Dios otorgue un descanso eterno junto a El a todos los que ya partieron y a los que aun gozan de vida que los colme de paz en sus días.
Este espacio debemos tratarlo como un tributo a esos jóvenes que como otros miles en la historia del ser humano también sufrieron por causa de la maldad que anida en el hombre sediento de poder y que hace guerras sin pensar en los demás. Aquí; los “Bolis”y los “Pilas,” Bolivianos y Paraguayos nos encontraremos como ejemplo a la humanidad, evitando mas guerras y muertes que amenazan nuestro derecho a vivir. Aprendamos a vivir en paz para algún día gozar de la vida eterna junto a nuestro creador. Hoy en día existe mucho odio, rencor y envidias en la sociedad y estos son algunas veces los síntomas de violencia domestica, social e internacional que nos llevan a conflictos que degeneran en guerras y maldad.
Paz para todos.
Jorge E. Arancibia
Mi padre, Urbano Arancibia Rios nació el 25 de mayo de 1913. Falleció el 23 de mayo de 2009 y lo sepultamos el 25 de mayo, cuando hubiera cumplido sus 96 años. Doy gracias a Dios por haberme dado un padre tan bueno y ejemplar, responsable como esposo y padre de familia. Justo y honesto como ciudadano y con un corazón muy grande y noble para los necesitados. Al igual que muchos soldados bolivianos que estuvieron en el frente de batalla fue crítico de los oficiales y lideres que desde lejos y detrás de los escritorios pelearon en esta contienda. Siempre hablo con respeto de los que murieron y lucharon ofrendando sus vidas. Fue solidario con sus camaradas e incluso creyó entender que en el frente de batalla, tanto Paraguayos y Bolivianos pasaban por la misma angustia y males que la guerra trae en su momento y después de ella, afectando no solo al soldado sino también a su familia.
De muy joven y al momento de cumplir su servicio militar obligatorio fue llamado a defender su patria. Su regimiento fue uno de los primeros en ir al frente de batalla y los de su edad también fueron los primeros en ser lanzados a otra guerra más de las miles de este mundo.
El hijo mayor de once hermanos, dejo atrás a sus padres y hermanos menores, partiendo a la guerra con angustia de lo incierto, con pena de la familia pero también con ese furor de joven defensor de su pueblo. A veces contaba de momentos tristes y de alegría; de alegría cuando durante algunas maniobras militares se encontró con su segundo hermano, con un tío, con un primo e incluso con el que era su padrastro, y hasta con otro que seria su cuñado, pero dentro de esos momentos un día también se encontró con un primo que le daba la trágica noticia que su madre había muerto algún tiempo atrás y que la intensidad de la guerra había negado a mi padre la facilidad de recibir alguna correspondencia familiar. Momentos de tristeza por los cuales ya no le importaba vivir o morir, se ofrecía en misiones o se enfrentaba a los paraguayos sin importarle vivir o morir. Varias fueron los rasguños de bala como ellos le decían hasta que la famosa bala Dum-dum y una esquirla de granada le destrozaran parte de su pierna. Así llego a su fin una parte de su vida y aunque quiso retornar al frente de batalla físicamente no podría.
Entro a la guerra como soldado raso y salio con el grado de sargento, pero entre las cosas que mas resentía era que sus documentos originales que estaban siendo procesados para otorgarle su rango de suboficial fueron extraviados en el ministerio de defensa de Bolivia y como en ese entonces no tenia otras copias se frustro pues le era imposible encontrar a los oficiales que le habían otorgado sus recomendaciones de ascenso. El extravio de sus documentos fue también una de las tantas quejas que el tenia contra el mal trato a los soldados no solo cuando estuvieron en el frente de batalla sino también cuando volvieron de la guerra. Alguna vez lo oí decir que quizás a los soldados paraguayos los trataron mejor durante y después de la guerra y no como a los bolivianos que hasta ahora siguen esperando un mejor trato.
Una de las anécdotas que recuerdo de mi padre fue que un día el estaba en el banco recogiendo su pensión (una miseria) de benemérito de la patria y un señor mucho mas joven que lo conocía se acerco y después de saludarlo le dijo que el no debería estar recibiendo eso pues aparentemente tenia lo suficiente para vivir, pero mi padre le respondió: cuando me llamaron para defender la patria no me preguntaron si llegaría a tener dinero o no, o sea que no sea malcriado y respete a los que dieron su vida y sus años de juventud por usted. Por supuesto que le dijo otras cositas y no porque sea mi padre pero si él estaba en su derecho de decirle mucho más y si yo no hubiera sido niño quizás hasta le hubiera ayudado. Entre una de sus tantas respuestas era decirles que habría que mandarlos al cuartel para que conozcan la vida. Así como era de difícil la vida de cuartel en Bolivia creo que seria mejor la cárcel a sufrir el maltrato y abuso a que los sometían. En mis tiempos (Regimiento Castrillo 6 de caballería 1974, Puerto Suárez) existían abusos todavía pero ya se vislumbraban algunos cambios en el trato a los soldados. Aun así esa camaradería que se crea entre los soldados nos hace ver que todos somos iguales sin importar la etnicidad, educación o condición social entre otros.
Mi padre peleo en las siguientes batallas: LA CHINA, TEZEN, CAMPO JURADO, CAMPO SANTA CRUZ, CAÑADA STRONGEST, PUERTO HERRAJE, CAÑADA COCHABAMBA, CELINA, CAROSI, IBIBOBO, TARINGUITA, TARAIRI, Y SECTOR VILLAMONTES. Presto servicio militar en el Destacamento Terán, Regimiento Loa 4 de Caballería.